Retrato de un caballero santiaguista de Juan de Juanes


Hacia 1560. Óleo sobre tabla, 105 x 80 cm.

    Este retrato llegó a las colecciones reales en 1814, por compra de Carlos IV, y en 1854 ya aparecía en los catálogos del Museo del Prado como obra de Juan de Juanes. La identificación del retratado ha ido variando desde que, José de Madrazo afirmase que se trataba de Luis Castellví, señor de Carlet. Aunque en la actualidad no hay un acuerdo unánime, se ha aceptado que la efigie representada se corresponde con el señor de Bicorp y Quesa, Luis Castellá de Vilanova, un humanista valenciano al que el escritor hispano portugués, Jorge de Montemayor, dedicó una novela pastoril: Los siete libros de Diana. Sea quien sea este caballero santiaguista, al que reconocemos en su condición de tal por la venera que luce en un joyel que lleva al pecho, su aristocrática posición queda reflejada por la acumulación de elementos emblemáticos que exhibe. 

    El retórico ademán, la riqueza del vestido, el lujoso damasco que sirve de cortina y la inclusión de otros elementos que definen la doble condición de caballero y humanista (la daga y el libro), mantienen fórmulas internacionales de retrato cortesano que resultan sorprendentes en la órbita de Juanes, del que conocemos algunos ejemplos interesantes de retratos, pero ligados sobre todo a la figura del donante tardomedieval. Hay una magnífica excepción, la efigie de Alfonso el Magnánimo, un extraordinario retrato que pone necesariamente en cuestión la autoría de este caballero santiaguista. El retratado posee un sentido del dibujo, del color y de la composición que le haría desconectarse por completo de los retratos desarrollados por artistas españoles a mediados del siglo XVI. Presenta más bien una interesante trabazón de aspectos italianos y nórdicos que bien podría justificar la mano de Juanes, que el célebre tratadista Antonio Palomino ensalzó por la calidad del dibujo y los minuciosos detalles conseguidos. La técnica lamida, apretada, el dibujo pormenorizado y el detallismo en ropas y joyas se acercan más a la retratística de Antonio Moro, el artista flamenco que internacionalizó este tipo de retrato del Renacimiento.

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