Dámaso Berenguer y Fuste. 13º Presidente de 1930 a 1931.

Primer Presidente del Consejo de Ministros durante su Dictadura (Dictablanda) (1930-1931), desde el 28 de enero de 1930 al 18 de febrero de 1931. 



Nacido el 4 de agosto de 1873, en San Juan de los Remedios (Cuba), y muerto el 19 de mayo de 1953 en Madrid. El general Berenguer, ocupó la jefatura del gobierno español entre enero de 1930 y febrero de 1931. Periodo conocido como la “Dictablanda”, en contraposición de la “Dictadura” de su predecesor, don Miguel Primo de Rivera y Orbaneja.

    Fue un militar enérgico, que alcanzó prestigio y honores dentro del ejército español gracias a las campañas de Marruecos. Obtuvo éxitos para las tropas españolas en el Rif oriental gracias a la aplicación metódica de la “guerra científica” que estudió del ejército francés. Quizás su campaña de mayor éxito, fue la derrota que infligió a El Raisuni, líder de las kabilas de Jibala, que le mereció el ascenso a general en 1909.

    En 1918 fue nombrado Ministro de la Guerra, cargo que abandonaría para ocupar la jefatura de la Alta Comisaría de Marruecos. Desde esta instancia se propuso que el ejército español ocupara el territorio marroquí que España tenía bajo su protectorado. El único éxito visible, de tan ambicioso plan, fue la toma de la ciudad de Xauen (por la que obtuvo el título de conde de Xauen), viniéndose estrepitosamente abajo su campaña con el desastre de Annual en julio de 1921. Si bien el comandante general de la zona de Melilla era el también general, Fernández Silvestre, subordinado de Berenguer, a cuyos osados propósitos de avanzar sin asentar convenientemente la retaguardia, no se opuso Berenguer, quien se vio, por ello, envuelto en el proceso abierto para depurar responsabilidades. El desastre de Annual, además de acabar con el prestigio del ejército español, causó catorce mil bajas entre muertos y prisioneros, incluidos el propio Silvestre y todo su estado mayor. Berenguer fue por ello separado del ejército, si bien por poco tiempo.

    En 1924 al instaurarse la dictadura de Miguel Primo de Rivera, Dámaso Berenguer fue, no solamente amnistiado, sino nombrado jefe de la casa militar del rey durante los siguientes seis años. Será Alfonso XIII quien, tras el exilio del dictador en enero de 1930, nombrará a Berenguer Jefe del Gobierno. El nuevo gobierno adoptó medidas destinadas a paliar los excesos represivos de la dictadura, que no sirvieron a los fines continuistas que Berenguer representó.

    El sentimiento republicano había crecido, durante el periodo de Dictadura, y difícilmente permitiría volver a la situación política previa, dejando indemne a la institución monárquica. Las responsabilidades político-administrativas de la dictadura, apoyada por el rey, sólo quedarían purgadas a ojos de los políticos monárquicos, posibilidad no contemplada por los políticos republicanos quienes, reorganizados y fuertes y aliados con los socialistas, eran los representantes del sentir general antimonárquico. El gobierno de Berenguer cargó también con la responsabilidad de los dos muertos y múltiples heridos que quedaron tras los incidentes registrados en el entierro de unos obreros. Las manifestaciones y huelgas de los obreros que, tras la férrea dictadura, se multiplicaron. Los intelectuales, por su parte, contribuyeron al definitivo aislamiento de un régimen que el general Berenguer no pudo mantener ni apoyándose en el ejército. Éste, aun contando entre sus filas con oficiales leales al rey, apostó en su conjunto por un cambio radical en las instituciones. Berenguer, enfermo y en una silla de ruedas, se encontró, según sus propias palabras, haciendo el papel de tapón en una botella de champán a medio descorchar, ya que ni física, ni anímica, ni moralmente se halló con energía para parar la marea prorepublicana que siguió a la dictadura.

    En 1930 y bajo su mandato, tuvieron lugar el Pacto de San Sebastián, comité revolucionario que se convertiría después en el gobierno provisional de la República y el levantamiento prorepublicano del mes de diciembre, a raíz del cual numerosos políticos fueron detenidos. Tras el fracaso de la conspiración tuvieron lugar los fusilamientos de Galán y García Hernández, militares sublevados en su guarnición de Jaca. Ajusticiados el 12 de diciembre, la actuación de Berenguer exacerbó el sentimiento general antimonárquico y anticipó la caída de su gobierno arrastrando con él al propio régimen.


    Berenguer decidió convocar elecciones generales para el 19 de marzo. Falto de apoyos y ante la insostenible situación, cedió la jefatura del gobierno al almirante Aznar el 14 de febrero de 1931, lo que dejó sin efecto la convocatoria electoral. Ya desde el Ministerio de la Guerra, al que volvió, y como última acción de gobierno, Berenguer se dirigió a los capitanes generales del ejército en abril de 1931 reconociendo la derrota monárquica y aconsejado orden y sumisión a la voluntad nacional.

    A su muerte, Dámaso Berenguer dejó un libro de memorias, De la dictadura a la república, que fue publicado en 1946.



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