Real Monasterio de Santa Isabel en Madrid


El Real Monasterio de Santa Isabel está situado en Madrid, cercano a la calle de Atocha, en la calle de Santa Isabel. Es un complejo constituido por el convento, la iglesia y el colegio. El colegio de Santa Isabel, más antiguo que el monasterio, fue fundado por Felipe II en 1595 como casa recogimiento para proveer de sustento y educación a los niños desvalidos.

El convento estuvo anteriormente en las propiedades de una viuda rica de origen genovés, Doña Prudencia Grillo, que hizo donación de todos sus bienes para que Alonso de Orozco, predicador de Felipe II, fundara el convento cuyo nombre completo era “de la Visitación de Nuestra Señora a Santa Isabel”, abreviadamente de la Visitación, el 24 de diciembre de 1589. Las primeras cuatro monjas que habitaron la clausura de este nuevo convento procedían del monasterio de Santa María de Gracia de Ávila, siendo la primera priora Doña Juana Velázquez (1589). Doña Prudencia con fama de ser mujer de carácter turbulento y aventurero, y a la que la Inquisición de Toledo había incoado proceso de hechicería. 

Tras la muerte de Doña Prudencia, en 1610, la reina Margarita de Austria, esposa de Felipe III, visitó el convento, y horrorizada ante el ruido e incomodidades que ocasionaba a las religiosas la cercanía del Corral de Comedias de la Pacheca o del Príncipe, decidió cambiar de lugar el cenobio. Así pues se entregó a la comunidad de Santa Isabel la finca y palacio de campo del secretario de Felipe II Antonio Pérez, denominada la “Casilla”, edificio que todavía subsiste en parte en la actual clausura. El Convento pasó a ser patronato Real, y los monarcas españoles, los encargados de nombrar a los capellanes del centro.

En el reinado de Felipe IV se dio inicio y remate a la obra de construcción de la fábrica del convento (1639-1665), según trazas del arquitecto Juan Gómez de Mora en colaboración con Jerónimo Lázaro Goiti, rematadas por el hijo de este, de nombre Pedro. Antes es posible que hubiere obras anteriores de “arreglo de la Casilla”, bajo diseños de Francisco de Mora, a cargo del carmelita fray Alberto de la Madre de Dios. 

En el siglo XVIII sufrió un incendio y hubieron de realizarse obras de remodelación, incorporándose suntuosas tribunas y frescos de Antonio González Velázquez, consagrándose de nuevo el templo en 1766, según relata una inscripción pétrea inscrita en el muro del zaguán de entrada a la iglesia. 

Fue saqueado por los franceses, no volviendo a ser ocupado por sus inquilinas hasta 1816. En 1836 la comunidad logró no ser desamortizada, por protección real. Ordenando en 1863 la reina Isabel II que se encarguen del convento las religiosas escolapias hijas de María. En 1876 se amplió el recinto con la construcción de una casa para el rector y dos capellanes y escuelas gratuitas en un edificio independiente, intervenciones a cargo del arquitecto mayor de Palacio José Segundo de Lema. En 1879 parce que hubo una reforma global a cargo del arquitecto Enrique Repullés Segarra. En 1890 estuvo a punto de desaparecer amenazado de destrucción por las ordenanzas municipales.

En 1936, después del triunfo en las elecciones del Frente Popular, las monjas tuvieron que abandonar el convento, estableciéndose en un piso de la calle del Ángel. Con el estallido de la Guerra Civil, el convento fue incendiado y muchas de sus obras de arte destruidas, reconstruyéndose en 1946, por los servicios de la Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones. En 1964 hubo una reforma y reconstrucción parcial proyectada por José del Río y dirigida por Ramón Andrada.


El monasterio es un edificio de vastas dimensiones, con muros de aparejo toledano en cuyo centro se inserta la fachada que es sencilla, geométrica y algo seca. Consiste en un rectángulo vertical, con entrada de tres puertas adinteladas, mayor la central que las laterales, con escudo real arriba, entre impostas horizontales, gran ventanal alto y frontón con óculo y cruz. Desde la calle puede verse el exterior de la cúpula. 

El interior es planta de cruz latina, con nave única de dos tramos muy cortos y gran crucero octogonal. Pilastras cajeadas de orden toscano y modillones muy sobrios pareados en la cúpula. Esta se asienta sobre pilares achaflanados muy amplios de forma que las pechinas tienen forma de trapecios, prestando notable desenvoltura y grandiosidad a la cúpula. En su parte baja aparecen retranqueados hacia dentro dejando un hueco para la formación de capillas. Cuerpo de luces completo, en el tambor de la cúpula y linterna lo que facilita la iluminación. La cabecera es plana. 

Antes de la destrucción 1936, el interior del templo guardaba notables de obras de arte, especialmente pintura de Ricci, Claudio Coello (“San Felipe”), Cerezo (“Visitación”, “Santo Tomás de Villanueva” “San Nicolás de Tolentino”), Palomino, Agüero... El lienzo del altar mayor tiene que ver con don Juan José de Austria, el bastardo regio. Durante su estancia en Nápoles, don Juan José sedujo a la hija (o sobrina) del afamado pintor allí establecido, José de Ribera, “el Españoleto”, naciendo de aquellos amores una hija que luego profesó como religiosa en el convento de las Descalzas Reales, con el nombre de Sor Margarita de la Cruz. Pues bien, en el retablo del altar mayor de esta iglesia del convento de Santa Isabel, había un cuadro de la Inmaculada Concepción, obra de Ribera, en la que dicen que el artista tomo como modelo a su hija para la pintura de la Virgen. No les pareció a las monjas muy adecuada esta representación y así encargaron a Claudio Coello que rehiciera el cuadro, cambiando por otra la cabeza de la Virgen. De todo lo anterior nada queda, aunque para vestir el desnudo interior del templo se han colocado, bajo el coro, dos cuadros del pintor madrileño, Antonio Arias “San Pablo ermitaño con San Antonio Abad” y “San Agustín con su madre Santa Mónica”.

El retablo actual, en cuyo ático hay una reproducción del cuadro anterior, es de madera policromada, del siglo XVII, y, al parecer, procede de la catedral de Pamplona. A derecha e izquierda del presbiterio, sobre el muro hay dos placas que recuerdan, respectivamente, la fundación y consagración del templo y el IV centenario de la presencia en este de las Agustinas recoletas, cuyo coro bajo se encuentra en el lado del Evangelio. Delante del presbiterio hay dos lápidas iguales, de no fácil lectura, que cubren los enterramientos de dos Patriarcas de Indias, Antonino de Sentmenat, muerto en Aranjuez en 1806 y Jacobo Cardona et Tur, muerto en 1923.

En el crucero se han colocado dos lienzos de los que antes estaban en clausura, un “Arcángel San Jeudiel” de Vicente Carducho y una “Inmaculada” de Maella.

Una mención a ésta calle, dedicando un recuerdo a la figura romántica de José de Espronceda, pues en el número 13 (actual 17) “en su piso bajo de la izquierda”, murió de tuberculosis Teresa Mancha, su musa y amante, y allí, asido a los hierros de la verja, pasó la noche el poeta, contemplando desde la calle el velatorio de aquella hermosa joven a la que dedicó su famoso “Canto a Teresa”, una de las más grandes elegías amorosas de la lengua castellana.

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