Real Monasterio de Santa Clara de Tordesillas
Aproximadamente
en 1340, Alfonso XI, deseoso de conmemorar su victoria en la batalla del
Salado (hay dos placas en la fachada que la rememoran), y fascinado por la
arquitectura musulmana, hizo construir un palacio mudéjar en Tordesillas. Aunque
será su hijo, Pedro I, quién continúa la construcción del edificio, en el
que alojará a su favorita María de Padilla. En su testamento otorgado
en 1362, Pedro I, dona la villa de Tordesillas a su hija la infanta Beatriz,
a quien ordena que convirtiera el palacio en un monasterio que albergue monjas
de la orden de Santa Clara, por lo que hubo que adaptarlo a las nuevas
necesidades monacales.
Motivo
por el cual, el actual Convento de Santa Clara es una mezcla de estilos de los
siglos XIV a XVIII, e incluso del XII y del XIII, ya que el recinto mudéjar se
levanta sobre la estructura de otro palacio anterior, del cual solo se tiene
una noticia, de tiempos de Alfonso VIII, que en 1169 declara libres de todo
pecho los palacios que su tío Raimundo posee en Tordesillas. El único
vestigio conservado de este primer palacio es la Capilla Dorada, con arcos
apuntados-lobulados y de herradura que recorren los muros de la capilla. Estos
arcos ciegos conservan en su interior restos de pintura mural gótica y un
Calvario del siglo XVI.
La
capilla está cubierta con una cúpula semiesférica, con planta de dieciséis
lados, que descansa sobre trompas y decorada con elementos de lacería. El
nombre que recibe se debe a la azulejería original que cubría los muros y la
cúpula, en la actualidad esta ha desaparecido. El resto de la edificación se
construyó a mediados del siglo XIV. Es una espectacular construcción con
amplias estancias que se organizan en torno a un patio central, y para cuya
construcción se hizo venir a artistas desde Toledo. Se conservan entre otras
cosas la portada del antiguo palacio, el vestíbulo, el patio de entrada, restos
estructurales y decorativos de yesería, etc. En la parte trasera de la nave hay
una reja románica que separa de la clausura. El retablo mayor es
renacentista.
Tras
acceder al patio, o compás, del convento, nos recibe una fachada de piedra
caliza que, aún siendo solo una muestra menguada del acceso originario, no
puede ocultarnos su filiación y raíz, claramente vinculada al mundo Nazarí y a
las obras de Sevilla. Está realizada en almohadillado de piedra y decorada
según el gusto almohade, con paños de sebka, motivos de lacería, labores de
ataurique, caracteres cúficos, etc. También encontramos incrustadas las llaves
del Paraíso en cerámica vidriada verde, motivo muy usado en el mundo árabe como
símbolo del poder de abrir y cerrar las puertas del cielo, además de dos
lápidas con inscripciones dedicadas a la batalla del Salado.
El
vestíbulo del palacio es de planta cuadrada cubierta con bóveda de
crucería del siglo XV, que apoya sobre ménsulas. Los muros están recorridos por
arcos polilobulados que albergan fajas de yeserías policromadas mudéjares y
restos de pinturas góticas de temática religiosa. Este lugar fue muy
transformado y convertido en capilla cuándo pasa a ser un edificio conventual.
El Patio
Árabe está porticado, dos de sus crujías están formadas por arcos
lobulados y las otras dos por arcos de herradura. Las enjutas de los arcos
están ricamente decoradas con yeserías de motivos vegetales o ataurique. Los
muros están recorridos por un alicatado moderno, tras una restauración
realizada entre 1897 y 1904. El alero y la techumbre son de madera.
En
1363 comenzaron las obras de adaptación del edificio para su nueva utilidad, lo
que supuso una serie de obras que variaron totalmente su aspecto inicial. El
gran patio central, “El Vergel”, se aprovechó como claustro, pero en el
siglo XVII, el arquitecto Francisco de Praves comenzó a levantar un claustro clasicista
que borra casi por completo todas las huellas del estilo mudéjar.
Entre
el siglo XV y principios del XVI se construye la actual iglesia de estilo
gótico, realizada en ladrillo, con una sola nave dividida en cuatro tramos que
se cubren con bóvedas de crucería simples y de terceletes. El presbiterio, está
cubierto con una espectacular armadura mudéjar de cinco paños, con planta
ochavada, decorada con motivos de lacería y mocárabes, con el arrocabe formando
arcos decorados con atauriques y en su interior 43 figuras de medio cuerpo
pintadas al temple sobre tabla atribuidas al maestro de la pintura del gótico
Nicolás Francés o a su taller.
Entre
las capillas adosadas a la iglesia merece mención la capilla funeraria del
Contador Mayor de Juan II, Fernán López de Saldaña, considerada uno de los
conjuntos góticos más fastuosos de la provincia de Valladolid. Fue construida
entre 1430 y 1435 para su enterramiento y el sus familiares. La Capilla de
los Saldaña está toda ella realizada en sillería de piedra, cubierta con
bóveda de crucería con terceletes, en cuyas claves, aparece pintado el escudo
de los Saldaña. En dos de sus muros encontramos cuatro arcosolios apuntados
ricamente esculpidos. Los restos mortales están sepultados en la cripta de la
capilla, en donde estuvo también depositado el cadáver de la reina Juana I de
Castilla, desde la muerte de su esposo, Felipe el Hermoso de
Borgoña en 1509 hasta su muerte en 1555. Ya que ambos fueron enterrados en
la cripta de la capilla de los Saldaña, hasta su traslado definitivo a Granada
por orden de su hijo el Emperador Carlos V. Éste visitó en muchas
ocasiones a su madre e hizo importantes donaciones al convento. Su escudo
figura en la iglesia.
Juan
II de Castilla instaló en Tordesillas su sede cortesana más permanente.
Aunque residía en un palacio cercano, hizo numerosas visitas y aportaciones al
convento. Su escudo de armas figura en la Iglesia.
En
la Capilla de los Saldaña hay un retablo gótico protegido por puertas
con pinturas en ambas caras. En su interior, siete grupos escultóricos
representan la Pasión de Cristo. Son esculturas talladas y policromadas de los
talleres flamencos del siglo XV. (Centro izquierda: Cristo atado a la columna,
guarnición de doseles flamígeros; las pinturas de las puertas se consideran
obras de Nicolás Francés). En la Sacristía se encuentran las pinturas más
valiosas del convento con numerosas representaciones de San Francisco y Santa
Clara. Hay también una serie de obras sobre los milagros de los santos
franciscanos, como el de San Pedro Regalado amansando a un toro, por lo que es
patrón de los toreros. También contiene fragmentos de un retablo
del Maestro de Portillo, que con toda seguridad son parte de un
retablo mayor, en el que se ve a Santiago, San Pedro. Santa Elena y Santa María
Magdalena. También se encuentra la pintura más antigua del siglo XIV en la que
se representa a San Luis de Toulouse.
El
pequeño “Patio Árabe o Mudéjar”,
aunque muy restaurado nos sumerge en un universo de geometría vegetal en yeso
de sabor gótico, alternándose los arcos de herradura y lobulados, que nos
transporta a espacios granadinos.
Separados
del monasterio, se encuentran los Baños árabes, relacionados estrechamente
con los ejemplares islámicos de Andalucía y Levante del siglo XI, con estancias
reguladas por agua y vapor de temperatura escalonada por el sistema de
hipocausto. Se conservan cuatro salas, el cuarto frio o al-bayt al-barid que
también serviría de vestuario, el tepidarium (cuarto templado), para baños
templados y cuya amplitud permitiría también su uso como sala de descanso, y el
cuarto caliente o al-bayt al-sajun. Todas las estancias cuentan con vanos en
forma de estrellas de ocho puntas o de círculos, que servían para su
iluminación y cómo respiraderos para los vapores, recubiertas de pintura mural
con motivos geométricos y lacerías rojas sobre fondo blanco, presentando en los
tímpanos los escudos de la familia Guzmán. Este dato tiene su importancia, pues
Leonor de Guzmán fue la favorita permanente del rey Alfonso XI, lo que sugiere
que la construcción de estos baños debe corresponder a una primera etapa del
palacio. Además nos permite imaginar la hermosa quimera del monarca haciendo un
lujoso regalo de amor a la que fue su dama de por vida, quién sabe si en pago
de los diez hijos con los que ella le obsequió a su vez. Destacan los dibujos
que conservan los zócalos y las bóvedas de los tres primeros cuartos,
empleándose sobre todo motivos de tipo geométrico, además de algunos elementos
vegetales y animales.
Retablo |
En
la actualidad sigue siendo un convento en el que viven doce religiosas y por su
importancia histórico-artística es considerado como uno de los mejores
ejemplares mudéjares de Castilla y León. Las clarisas fueron fundadas por Santa
Clara de Asís y San Francisco y llegaron a España en 1228 y a Tordesillas
en 1363, cuando se fundó el monasterio.
Comentarios
Publicar un comentario