Monasterio de Santa María La Real de Las Huelgas en Burgos


El Monasterio cisterciense de Santa Maria La Real de las Huelgas, es con la Catedral y la Cartuja de Miraflores, uno de los lugares emblemáticos de la ciudad de Burgos. Algo retirado del rio Arlanzón, se construyó en un terreno real, conocido como “Las Huelgas”, por ser un terreno sin cultivar donde existía un pequeño palacio de uso “vacacional” del que quedan aún algunos vestigios. 

El Monasterio fue fundado por el rey Alfonso VIII de Castilla como Panteón real en 1188, para ser enterrado en él, aunque fue su mujer doña Leonor de Plantagenêt quien puso mayor empeño en su construcción. Su intención era construir un Monasterio a imagen y semejanza del Monasterio de Fontevrault, donde estuvo su madre Leonor de Aquitania; y en donde la mujer alcanzara el mismo poder que el hombre por lo menos en la vida monástica. La Abadesa de las Huelgas tenía en el Reino de Castilla, primero y Castilla y León, después, mucho más poder que Obispos, Abades, Priores, Nobles y Consejeros; su autoridad dependía únicamente del Papa. Un dicho popular rezaba así “Tras del Rey, la Abadesa de las Huelgas”. Le estaba vetado sin embargo, celebrar la Santa Misa, consagrar o impartir la confesión pero tenía potestad para elegir el sacerdote que fuera a hacerlo. 

Los reyes donaron importantes cantidades de tierras que aumentaron con las donaciones de las novicias que allí ingresaban, todas ellas de familias nobles y poderosas. La vida del cenobio se inició con un grupo de monjas procedentes del Monasterio de Tulebras en Navarra, primer monasterio cisterciense femenino de la península, siendo las primeras abadesas de las Huelgas de regio linaje, Miasol, la primera, y Constanza, hija de Alfonso y Leonor, la segunda. A partir de 1199 se convirtió definitivamente en la Casa Madre del Cister femenino castellano-leonés.


La Abadesa era señora de un señorío compuesto por: 54 villas, tierras, molinos, y exenciones fiscales de portazgo, pontazgo y montazgo. Tenía también señorío jurídico con fuero propio, podía nombrar alcaldes y jueces, y bajo su jurisdicción estaban numerosos monasterios cuyas abadesas nombraba la Abadesa de las Huelgas.

En el Monasterio de las Huelgas se armaron caballeros a Fernando III el Santo, Alfonso XI, Pedro I y Juan II, antes de ser coronados reyes. En Las Huelgas fueron también coronados como reyes de Castilla Alfonso XI y su hijo Enrique II Trastámara.

El Real Monasterio de las Huelgas es también Panteón Real, en el reposan o al menos se conservan los sepulcros de sus fundadores, infantes, infantas, el sepulcro del hijo de Alfonso X el Sabio, así como las abadesas, María de Aragón hija ilegítima de Fernando el Católico y Mª Ana de Austria hija natural del también bastardo real Juan de Austria, hijo de Carlos I.


En la iglesia, en la nave de la izquierda puede verse ver el sepulcro del primogénito de Alfonso X, el infante don Fernando de la Cerda (así llamado por la verruga pilosa que “adornaba” su cara o por tener un cabello espeso, duro y rizado), el único intacto tras los estragos y rapiñas de la invasión francesa de 1808, a su lado se encontraba la tumba de su hijo el infante Alfonso (también llamado “de la Cerda” por heredar el mote del padre), los soldados franceses tumbaron la pesada tapa de piedra de ésta sobre la del padre, impidiendo así que fuese saqueado el sepulcro. Este es el motivo por el cual se conservan perfectamente todos los maravillosos ropajes que vestía el infante don Fernando en el momento de su muerte, muy joven para nuestra época (20 años) y por causas naturales aunque repentinas, en el año 1275, expuestos en el Museo de Telas Medievales (vestiduras del infante, su anillo, su birrete, su espada, espuelas, talabarte y otra serie de objetos).

Además pueden verse otros muchos sepulcros como el de Enrique I, hijo de Alfonso VIII, un joven rey de Castilla que murió tempranamente en 1217, a los 13 años, al caerle sobre la cabeza una teja y sufrir una trepanación que le llevó a la tumba (puede contemplarse una foto del cráneo agujereado), el de la reina doña Leonor, esposa de nuestro Jaime I de Aragón e hija de Alfonso X de Castilla, muerta en 1244 y una docena más.

En la nave central, con los arcos perpiaños que la flanquean también cegados en el siglo XVI, pueden contemplarse las bellísimas tumbas del rey Alfonso y la reina doña Leonor (muertos ambos en 1214), la primera de ellas con las armas de Castilla y la segunda con los leopardos coronados de la Casa de Plantagenêt inglesa (Leonor era hermana del mítico Ricardo Corazón de León).

También existen otros sepulcros exquisitamente decorados, como el de doña Berenguela (hija de Alfonso VIII) y el de Blanca de Portugal (hija de Alfonso III de Portugal y nieta de Alfonso X “el Sabio” de Castilla, que no fue reina pero sí señora de las Huelgas Reales). Y las paredes, cubiertas con hermosos “reposteros”, que se diferencian de los tapices en que en éstos las figuras están cosidas sobre el fondo del tapiz.

Arquitectónicamente el Monasterio es una joya cisterciense del siglo XII y une en sus muros partes románicas, góticas, mudéjares y renacentistas. La iglesia es obra de un periodo final cisterciense, más gótico que románico, es de tres naves y crucero, con cinco capillas en el ábside, resaltando las Capillas de Santiago y de la Asunción, con influencia almohade. En el interior conserva un notable conjunto de imaginería y mobiliario litúrgico. Se pueden ver muchos retablos renacentistas y barrocos y una sillería espléndida. Las bóvedas tienen características similares a la arquitectura protagónica aquitana y eso hace pensar que la propia reina Leonor quien escogió un taller francés de Anjou para iniciar las obras. Es en la Nave central los sepulcros de Alfonso VIII y Leonor de Castilla, así como el coro monástico. Es curioso un pulpito de hierro forjado montado sobre un soporte que gira para que las monjas pudieran oír mejor al sacerdote en su predicación.

Destaca la Sala Capitular, de grandes dimensiones; a su alrededor gira la distribución del monasterio. Su altura, las columnas elegantes, la bóveda de crucería, su austera decoración hacen esta estancia especialmente luminosa. Desde el Claustro de San Fernando se accede a la Sala Capitular a través de una maravillosa puerta abocinada de varios arcos apuntados labrados con dientes de sierra. Esta Sala es considerada el logro más bello y elegante de la arquitectura cisterciense en España, guarda el pendón tomado a los almohades en la batalla de las Navas de Tolosa y una colección de tapices del siglo XVI, que engalana el coro de las monjas. En el Monasterio se encierra el Museo de Telas Medievales, posiblemente el único en el mundo, algunas de ellas muy valiosas. Además un Descendimiento del siglo XIII, un buen conjunto de crucificados y vírgenes góticas y la valiosa colección de libros, destacando el célebre Códice Musical de la Huelgas.

El Claustro de San Fernando es uno de los dos claustros de que dispone el Monasterio, se construye en el s. XIII con galerías cubiertas por bóvedas de medio cañón que se apoyan en ménsulas decoradas con motivos vegetales y reforzadas con arcos fajones. Al lado oeste el museo de Telas Medievales, al sur el refectorio y al este la Sala Capitular. Sorprenden los restos de yeserías hispanomusulmanas y en especial una puerta de origen musulmán del s. XI procedente de la conquista de Almería.


Desde el Claustro de San Fernando se accede también al claustro más popular, el conocido como “Las Claustrillas”. Este es un pequeño claustro de planta rectangular, de estilo tardorrománico, edificado en la década de 1180. Se cree que su autor fue el Maestro Rodrigo que dejo su impronta en varias construcciones del reino. Los lados están formados por 12 arcos apoyados sobre columnas pareadas y capitales de ornamentación vegetal y doble capitel en centro y laterales con decoración “arquitectónica”.

La Capilla de Santiago (donde una talla de madera articulada del santo era utilizada para dar el espaldarazo de caballero a los reyes de Castilla, ya que sólo Dios o el propio Santiago podían hacerlo

Recientemente se ha abierto al público la Sala de Labor. Fue el antiguo Locutorio situado al lado de la Sala Capitular. Es un espacio rectangular cubierto por una bóveda de cañón decorada en su franja central con extraordinarias yeserías, y constituye uno de los ejemplos más representativos del arte almohade de Las Huelgas. La decoración está realizada a base de elaborados motivos geométricos, heráldicos y epigráficos, ejemplo excepcional de la asimilación de las artes andalusíes en Castilla. Las inscripciones que recorren el perímetro a nivel de cornisa datan este espacio en 1275. Entre las obras de arte que podemos contemplar en esta Sala, destaca el Díptico relicario de Santa Úrsula, que nunca se había expuesto antes, y que formó parte de lo que en la Edad Media se denominaba el “tesoro sagrado”. 

La Historia del Monasterio está muy ligada a la Historia de la Corona de Castilla. En el profesaron hijas de reyes y de la más alta alcurnia nobiliaria que enriquecieron y aumentaron las posesiones del monasterio con dotes y aportaciones. Entre sus muros se “escondieron” hijas ilegitimas como María de Aragón o Mª Ana de Austria, nacieron reyes como Pedro I, fue refugio, centro de poder y decisiones. Sufrió las desamortizaciones del siglo XIX y perdió sus privilegios bajo el Papado de Pio IX. Hoy el Monasterio sigue en activo y forma parte de Patrimonio Nacional que gestiona las visitas. Si viajáis a Burgos, es de paso obligado, en este rincón de Castilla hasta el silencio habla de Historia.

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