María Cristina de Austria, segunda esposa de Alfonso XII


    Hija de los archiduques de Austria, Carlos Fernando y María Isabel, y prima del emperador austríaco Francisco José, nacida en Goes-Sadowitz (Moravia) el 21 de junio de 1858. El 29 de noviembre de 1879 se casó con Alfonso XII, viudo de Mercedes de Orleáns, en la Basílica de Atocha de Madrid. Del matrimonio nacieron dos hijas María de las Mercedes y María Teresa, y cuando murió el rey, el 26 de noviembre de 1885, esperaba su tercer hijo, motivo por el que se aplazó el nombramiento de sucesor hasta su alumbramiento. Dio a luz un hijo, el futuro rey de España, Alfonso XIII, y hasta su mayoría de edad, ejerció la Regencia su madre.

    Durante el reinado de su esposo se comportó con discreción, durante el ejerció de la Regencia persistió en ella. Se ajustó a la Constitución vigente y a la legalidad, sin oponerse a las reformas y respetando el turno en el poder de los partidos Liberal y Conservador. Su más clara intervención en la política activa fue la guerra hispano-norteamericana de 1898, que concluyó con la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Por expreso deseo de María Cristina, su hijo asistió a los dos últimos consejos de ministros de la Regencia, que terminó con la proclamación de Alfonso XIII como el rey el 17 de mayo de 1902. Fue la Regencia más larga de la Historia de España, dieciséis años durante los cuales la Regente se acreditó por sus discreción y tacto.


    En los primeros años del reinado de Alfonso XIII, la influencia de su madre fue grande, dada la estrecha unión que existió entre ambos. Pero, enseguida, María Cristina se consagró a la vida familiar y a las obras de beneficencia y Alfonso XIII, por su parte, procuró mostrarle el profundo respeto y admiración que sentía por ella.

    El 8 de febrero de 1929 falleció en Madrid, de muerte repentina. La difícil situación que tuvo que vivir desde el primer momento de su llegada a España, especialmente debida al profundo cariño de que había gozado entre el pueblo la primera esposa del Rey, doña María de las Mercedes de Orleáns, supo afrontarla con inteligencia y gran tacto, ganándose con ello el respeto de un país que veía su destino en manos de una Reina extranjera y con una sucesión indecisa, solucionada por el nacimiento de don Alfonso XIII.




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