María Luisa de Orleáns, primera esposa de Carlos II


    A lo largo de la historia de nuestras reinas, muchos amigos han sacado una conclusión que efectivamente está en la mente de todos: El principal papel que tenían las reinas era el de engendrar herederos sanos que garantizaran la continuidad de la dinastía.

    Pocas dieron un paso al frente, atreviéndose a tocar los hilos del poder. Otras ni tan siquiera pudieron cumplir con su cometido de ser madres. Pero hubo algunas que no lo tuvieron fácil, María Luisa de Orleáns, una sobrina del Rey Sol, debía concebir un hijo del enfermizo monarca español Carlos II, éste fruto de constantes uniones consanguíneas cada vez más cercanas, uno de los defectos que sufría era la incapacidad para engendrar. Lo intentó con dos reinas, con ninguna lo consiguió, terminando con la Casa de Austria en España. Pero era el rey y nadie se atrevió a culparle públicamente. Fueron ellas las que cargaron con la culpa.

    María Luisa de Orleáns nació el 27 de marzo de 1662 en el palacio de Saint-Cloud de París. Hija del duque Felipe de Orleáns y Enriqueta de Inglaterra, era sobrina de Luis XIV. María Luisa y su hermana Ana María quedaron huérfanas de madre en 1670. Aunque hacía tiempo que vivían alejadas de sus padres pues, como era costumbre en la corte parisina, los niños eran alejados de sus aristocráticos padres demasiado ocupados en las actividades de palacio. María Luisa pasó gran parte de su niñez con su abuela, Enriqueta María de Francia, Reina de Inglaterra, en su residencia de Colombes.

    Recibió una exquisita educación y el cariño de su nodriza, Francisca Nicolasa Duperroy, de la que no se separó. Cuando visitaba la corte de Versalles, disfrutaba de los juegos y la compañía de su primo el delfín Luis, hijo de Luis XIV, del que se decía estaba enamorada. Tras una serie de fracasos a la hora de casar al monarca español con la hija de Luis XIV, Maria Teresa, , finalmente, en el año 1678, el rey galo accedió a que fuera su sobrina María Luisa de Orleáns. la que contrajera matrimonio con el enfermizo rey español. El motivo de ese cambio de opinión, no fue otro que la certeza que tenía de que el rey español difícilmente podría tener descendencia alguna debido a su naturaleza enfermiza, circunstancia que hizo que Luis XIV albergase serias esperanzas sobre el apetitoso trono español. El 2 de agosto de 1667 se cerraba el acuerdo matrimonial, aunque pasarían aún casi diez años antes de que celebrara la boda por poderes el 31 de agosto de 1679 en el palacio de Fontainebleau. Siendo Carlos II representado por el príncipe de Conti.

    El 3 de noviembre de 1679 llegaba a la frontera del Bidasoa. El 18 del mismo mes, María Luisa y Carlos se veían las caras por primera vez. Ella, una joven hermosa, saludable; él, enclenque, delgado, enfermizo. A principios de año la que sería reina de España, sólo nominalmente, llegaba a Madrid y se instalaba en el Alcázar, un lugar oscuro y sobrio alejado de la alegría y el resplandor de su París natal.

    A pesar de que Carlos amó a su esposa desde el primer momento y ella llegó a sentir por él un afecto sincero, María Luisa tuvo que adaptarse a una corte encorsetada, seria, rígida en la que, además, todo lo francés no estaba para nada bien visto. A la inadaptación de la reina se sumaron los problemas para consumar el matrimonio y conseguir engendrar un heredero. Los anuncios de posibles embarazos eran pronto desmentidos y, ante la desesperación del pueblo, la corte y el rey, se llegó incluso a insinuar que la reina se provocaba abortos.


    Pero, sin lugar a dudas, lo que más le dolió a María Luisa de Orleans fue el repudio de todo el pueblo hacia su persona por la imposibilidad de dar un heredero a la Corona, hasta el punto de que por todas las calles de Madrid se contaba una letrilla, entre afectuosa y cruel, en referencia a su supuesta esterilidad, que decía lo siguiente:

"Parid, bella flor de lis,
en aflicción tan extraña;
si parís, parís a España;
si no parís, a París"

    Letra totalmente injusta pues el pueblo español, cruel y olvidadizo en grado sumo, no tuvo en cuenta las graves dificultades que padecía del rey español para tan siquiera poder cohabitar con una mujer.

    Mientras en el Alcázar, María Luisa intentaba sobrellevar años de infecundidad y aislamiento personal, las grandes potencias europeas se encontraban en constante tensión. A esto se añadía un gobierno, que iba cada día de mal en peor. Los conflictos internacionales llegaron incluso a hacer pensar a su tío el rey Sol que su sobrina corría el peligro de ser envenenada. Y mientras tanto, Carlos seguía sufriendo un deterioro físico cada vez más evidente.

    María Luisa de Orleans fallecía el 12 de febrero de 1689. Había pasado diez años en España, que no habían servido para cumplir con su cometido. La voz popular y cortesana se encargó de culparla a ella, el tiempo la haría recaer en él. El hecho de que María Luisa enfermara en poco tiempo avivó las llamas de la conspiración y un supuesto asesinato. Aunque también es cierto que la reina tenía una vida desordenada y hacía muchos excesos en el comer y en la ingesta de brebajes curativos de dudosa efectividad.


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