Madame X


Óleo sobre lienzo, de 208 x 110 cm, se conserva en el Metropolitan Museum de Nueva York.

El pintor norteamericano estaba dispuesto a convertirse en uno de los mejores retratistas de París, así que le pidió a una de las mujeres más famosas de la ciudad que posase para él. La señora en cuestión era otra expatriada llamada Virginie Amélie Avegno. Había nacido en Nueva Orleans, en el seno de una rica familia criolla, pero se había mudado a París con su madre cuando aún era una niña. Al cabo de los años, se convirtió en la esposa de Pierre Gautreau, un potentado de la época. Era conocida por su estilazo, su carácter independiente y sus múltiples infidelidades.

Madame Gautreau posó para el cuadro de su compatriota con un sobrio vestido negro de generoso escote. El color del vestido y el fondo oscuro permiten realzar la palidez de su piel. Sargent la pinta de pie, apoyando el brazo derecho en una mesa redonda, tan curvilínea como ella, y con la cara vuelta hacia un lado. De este modo, consigue darle una cierta tensión a la figura que refleja estupendamente el carácter fuerte de la dama. Lleva en el pelo una diminuta media luna creciente, como la que luce siempre la diosa Diana. En un primer momento, el tirante de su hombro derecho se le escurría sensualmente por el hombro.

El artista, convencido de que había pintado una de sus mejores obras, expuso el retrato en el Salón de 1884, manteniendo oculta la identidad de la modelo (cosa que no sirvió de mucho, porque todo el mundo la conocía). Pero en vez de recibir alabanzas, lo que se llevó fueron muchos palos, sobre todo por el tema del tirante caído, que les parecía una indecencia. La reputación de Madame Gautreau también quedó en entredicho. El incomprendido Sargent, convencido de que en París no tenía nada que hacer, se trasladó a Londres con el rabo entre las piernas y con su querido cuadro bajo el brazo. Y pasados los años, volvió a pintar el tirante en su sitio (ampliando la imagen se ve que son ligeramente distintos uno del otro).

Cuando Sargent vendió el cuadro al Metropolitan, al final de su vida, les pidió que siguiesen manteniendo oculta la identidad de la señora. Por eso, a día de hoy, el cuadro sigue teniendo este misterioso título.


JOHN SINGER SARGENT-Biografia

Nacido en Florencia el 12 de enero de 1856 y fallecido en Londres el 14 de abril de 1925. Nacido en el seno de una adinerada familia americana que vivía en Europa desde 1854, Sargent, tras asistir unos meses en 1873 a las clases de la Academia de Bellas Artes de Florencia, se formó en París con Carolus Duran, a cuyo taller asistió entre 1874 y 1879. En el otoño de este último año viajó a España. Estuvo en Madrid alrededor de un mes, entre mediados de octubre y mediados de diciembre de 1879, dedicado al estudio de Velázquez, del que realizó diez copias en el Prado (entre ellas, Las meninas, Las hilanderas, Retrato ecuestre del príncipe Baltasar Carlos, Retrato de Feli­pe IV, la cabeza del Esopo, y la figura de Apolo de La fragua de Vulcano).

Después visitaría Granada, Ronda y Sevilla antes de pasar, a fines de año, a Marruecos. De su estancia en Andalucía extrajo el material necesario para El jaleo (1882, Isabella Stewart Gardner Museum, Boston).

En agosto de 1880 hizo con Paul Helleu un viaje a Haarlem para estudiar las obras de Franz Hals, otro pintor que le impresionaría fuertemente. Años más tarde aconsejaría a un joven pintor: «Comienza con Franz Hals, copia y estudia a Franz Hals, y después de eso ve a Madrid y copia a Velázquez».

A comienzos de los ochenta vivió por temporadas en Venecia, París, Londres y otras ciudades. Aunque no dejaría de llevar una vida itinerante, en 1886 trasladó su taller a Londres tras la reacción hostil que despertó en el Salón parisino de 1884 su Retrato de madame X (Metropolitan Museum of Art, Nueva York), y desde entonces Inglaterra se convirtió en el centro de su actividad pictórica, alcanzando una extraordinaria fama como retratista de la alta sociedad.

El interés de Sargent por la pintura española surgió, obviamente, de su aprendizaje en el taller de Carolus Duran, en el que se impregnó de la religión de Velázquez y se apoderó plenamente del método de su maestro, basado en la técnica au premier coup, en una cierta bravura de pincelada y en la fiel reproducción de los valores tonales. Su visita a España en el otoño siguiente debe ser contemplada como un viaje a los orígenes y, en cierto modo, como un trabajo de verificación y ahondamiento. Por lo demás, el conocimiento directo de la pintura de Velázquez tendría consecuencias inmediatas y duraderas en la obra de Sargent, que a partir de entonces se impregnó de una serie de características específicamente velazqueñas: un uso más refinado y sutil de la pincelada, la utilización de armonías cromáticas plateadas y una búsqueda clara de la captación de la atmósfera y de la sugestión del espacio a través de la luz. Por otra parte, Sargent absorbería el repertorio figurativo de Velázquez (poses y actitudes que citaría más o menos literalmente en el futuro) y parte de sus artificios compositivos (elementos como la relación de la figura con el ambiente de ciertos retratos de bufones o la composición equilibrada, medida cuidadosamente en profundidad y hecha mágica en virtud de la luz de Las meninas).

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