Aragonta González segunda esposa de Ordoño II

Carboeiro

Aragonta era hija del conde gallego Gonzalo Betótez y de Teresa Eriz.

Tras la muerte de Elvira Menéndez, Ordoño II escogió a Aragonta para convertirla en su segunda esposa, aunque poco tiempo después la repudió, sin que sepamos exactamente los motivos, según algunos historiadores fue porque no le agradaba, según otros porque no se fiaba de ella, retirándose al monasterio de Santa María de Saliceta (Salceda de Caselas), cerca de Tuy, que había sido fundado por sus padres, permaneciendo en él hasta el día de su muerte aproximadamente en el año 977.

Hizo donaciones a los monasterios de Carboeiro, San Lorenzo de Nogueira (Meis), Piloño, Lantaño, Pesegueiro, Camanzo, Celanova y Vilanova da Condesa; todos fundados por su familia. Al monasterio de San Lorenzo de Carboeiro, que acababan de fundar sus padres, le dio el lugar de Adanario, que había recibido del rey de Galicia Sancho Ordoñez en cambio de algunas granjas que constituían parte de la dote que le había señalado Ordoño II. En el año 964, en compañía de su hermano, el conde Pelayo González, dejó cinco partes de las 10 salinas que, sin su permiso, habían hecho en los alrededores en Salnés, a los habitantes de aquellas tierras.

La fecha de su muerte debió de ser algo anterior al año 977 pues en la hagiografía de San Rosendo, su primo, muerto en el 977, se cuenta justo antes de su muerte un hecho milagroso en el que participa la reina Aragonta. Fue sepultada en el mismo monasterio de Salceda de Caselas. Dice López Ferreiro que su sepulcro se conservó mucho tiempo.

Los únicos vestigios que se conservan del monasterio de Santa María de Salceda es el nombre de Porta da Raiña o Puerta de la Reina como se llama la del lado norte de la iglesia parroquial de Santa María de Salceda, edificada en el año 1769, y un campo al lado que llaman O Mosteiro.

Cuenta la vida de San Rosendo que un día, estando Aragonta muy enferma, solicitó la visita de su santo pariente. San Rosendo salió de Celanova hacia donde se encontraba retirada Aragonta. Cuando estaba en Sande escuchó un coro angelical que cantaba dulce y suavemente. San Rosendo se apeó de la mula y se tendió en el suelo, donde estuvo un rato postrado. Después se levantó y dijo a quienes le acompañaban que ya no había necesidad de continuar el viaje pues la reina Aragonta ya había muerto y que el Señor le había revelado que iba hacía la salvación acompañada de los Ángeles.





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