Juan II, rey de Castilla desde 1406 a 1454

    Desde mediados de 1404, cuando la reina Catalina quedó encinta tras algún aborto anterior, cundió un gran nerviosismo en la corte, pues Enrique III era consciente de que sus problemas de salud le iban a causar la muerte. Nació el infante don Juan en Toro (Zamora) el 6 de marzo de 1405 y heredó el trono con apenas veintiún meses, tras la repentina muerte de su padre en las Navidades de 1406. Inmediatamente, se hizo cargo del gobierno de Castilla un consejo de regencia, compuesto con arreglo a las instrucciones testamentarias de su padre Enrique III, dicho consejo estaba compuesto por: la reina madre Catalina de Lancaster, Diego López de Estúñiga, Juan Fernández de Velasco y Ruy López Dávalos, siendo el principal tutor, su tío el infante Fernando. Durante el tiempo que duró la regencia se conquistó Antequera a los musulmanes en 1410, por un ejército real dirigido por el infante Fernando; también llegó a Castilla el predicador San Vicente Ferrer en 1411; y una de las noticias de más relieve fue la aceptación por los compromisarios de la corona de Aragón, de la candidatura del infante Fernando, una vez que el trono aragonés estaba vacante desde la muerte sin descendencia legítima de Martín el Humano.

    Los herederos de Fernando, los infantes de Aragón, estaban situados en lo más selecto de la nobleza castellana. El primogénito Alfonso pronto heredó el trono por la temprana muerte de su padre en 1416, pero los otros hijos de Fernando I, Juan y Enrique mantenían una extraordinaria presencia territorial en Castilla. Un segundón de origen aragonés, paso a ser compañero de juegos del joven monarca y su mano derecha en el gobierno de Castilla: Álvaro de Luna. En junio de 1418 falleció Catalina de Lancaster y Juan II quedó en manos de sus preceptores, Sancho de Rojas, arzobispo de Toledo y Juan de Illescas, obispo de Sigüenza. La política filoaragonesista de estos propicio que el 20 de octubre de 1418,Juan II se casase en Medina del Campo con la infanta María de Aragón, prima del monarca al ser hija de Fernando I. Tras esta boda la hegemonía en el gobierno de Castilla de Sancho de Rojas, arzobispo de Toledo, comenzó a declinar en beneficio de Juan Hurtado de Mendoza.

    En 1419 se convocaron Cortes en Madrid para proceder a declarar la mayoría de edad del rey. El 14 de junio de 1420 tuvo lugar el incidente conocido por "Atraco de Tordesillas", en el, Enrique de Aragón, cada vez más distanciado de su hermano Juan, decidió secuestrar a su primo, pretextando el mal gobierno de Juan Hurtado de Mendoza, en un intento por saltarse la vigilancia que Álvaro de Luna y otros nobles castellanos mantenían sobre el rey. Juan II comenzaba a dar muestras de dejadez hacia las decisiones de gobierno, ocasión que aprovecho Álvaro de Luna, que con la ayuda de otros nobles, libertó al Rey el 29 de noviembre de 1420, ganándose el título de conde de Santisteban de Gormaz. A partir de este momento el nuevo noble acaparó cuentos títulos, rentas y oficios pudo, convirtiéndose en el privado de Juan II. Una de las primeras acciones del valido, fue la puesta en prisión de gran parte del partido aragonesista en 1422; uno de los peor parados fue el condestable Ruy López Dávalos. Poco después los infantes de Aragón, animados por la llegada de su hermano, Alfonso V, consiguieron de Juan II la liberación del infante Enrique en 1425, y el primer destierro de Álvaro de Luna.

    Álvaro de Luna no regresó a su posición en la corte hasta el año 1428. En este año los enfrentamientos se convirtieron en espectáculos caballerescos, como el "Paso de la Fuerte Ventura" organizado por el infante Enrique en Valladolid para agasajar a su hermana Leonor. Todos los implicados en la política se esforzaron en demostrar sus habilidades deportivas, que concluyeron en una guerra más o menos abierta entre Castilla y Aragón en 1429-1430. Las treguas de Majano el 16 de julio de 1430, permitieron a Castilla unos años de tranquilidad. El fruto de estos años fue la aparente unión de todas las fuerzas militares para reanudar la lucha contra los musulmanes andaluces. en 1431, con la rotunda victoria castellana en la Batalla de La Higueruela. Las campañas duraron entre los años 1431 y 1436, y lo que en principio fue una unión de los nobles, pronto se transformó con combates y pugnas entre la nobleza y el reino.

    La embajada castellana enviada al Concilio de Basilea en 1433 intentó aportar soluciones para el cisma que afectaba a la iglesia, pero Juan II, como en otras cuestiones se mostró muy alejado de las preocupaciones de su abuelo Juan I y de su padre Enrique III. A buen seguro que Juan II disfrutó mucho más con el famosísimo espectáculo promovido por Suero de Quiñones en el río Órbigo, el Paso Honroso en 1434.

    Las divergencias entre el ideario monárquico y los nobles, fueron puestas de manifiesto en las sucesivas rondas de conversaciones mantenidas en 1439 alrededor de Tordesillas. El famoso "Seguro de Tordesillas" El condestable Luna volvió a ser desterrado en 1440, Juan II abandonado por todos, comenzó un devenir itinerante por diversas ciudades castellanas, más parecido a una huida. Ante la reorganización de las fuerzas del condestable y la inminente guerra civil, Juan II decidió pactar con todos en Medina, en junio de 1441. Estos acontecimientos hicieron entrar en escena al príncipe de Asturias, Enrique, y a su privado, Juan Pacheco, marqués de Villena.

    Hacia 1443 la aristocracia volvía a estar dividida, los enemigos del condestable tomaron la iniciativa, y en el Golpe de Rámaga en 1443, desposeyeron de sus oficios a los partidarios de Álvaro de Luna. En 1444, el condestable Luna regresó con fuerza a su posición y a comandar los intereses monárquicos, libertando al rey, pero el enfrentamiento había llegado a tales términos, que solo quedaba dilucidarlo por las armas. La validación del autoritarismo de Juan II, así como la derrota de la causa aragonesista en Olmedo, incluyendo la muerte del propio infante Enrique, solidificó las tesis de preeminencia monárquica defendidas por Luna. Al menos en esta ocasión Juan II tenía motivos para la tristeza, pues su esposa la reina María, falleció durante los meses previos a la batalla.

    Entre 1446 y 1450, la posición de privanza del condestable fue absoluta, pero también será el principio de su caída, motivada principalmente por la labor en su contra del marqués de Villena, además de cometer el error de imponer a Juan II un segundo matrimonio con Isabel de Avís en 1447, a pesar de que el rey había manifestado su predilección por las infantas francesas.

    En 1451 comenzó una guerra abierta entre Navarra y Castilla, pues el condestable Luna, sabiendo de los conflictos entre Carlos de Viana y su padre el rey de Navarra, Juan I, invadió Navarra con un poderoso ejército para obligar al príncipe de Viana a pactar. Pero las relaciones entre Juan II y Álvaro de Luna estaban muy deterioradas. Paradójicamente, este distanciamiento coincidió con el nacimiento de la que pasado el tiempo sería Isabel la Católica, primera hija de Juan II y se segunda esposa Isabel de Avís.

    En el año 1453, el asesinato de Alonso Pérez de Vivero a manos de Álvaro de Luna, fue la mecha que encendió la caída del condestable. La detención en Valladolid casi coincidió con la orden de ejecución. Fue decapitado en la plaza Mayor de Valladolid el 2 o 3 de junio de 1453.

    Desde ese momento la salud quebradiza de Juan II se fue deteriorando poco a poco. Aún pudo ver nacer a su hijo Alfonso el Inocente, en noviembre de 1453. Apenas medio año después, en el transcurso de un viaje a Valladolid, enfermo de fiebres cuartanas y falleció el 21 de julio de 1454. Fue sepultado en la iglesia de San Pablo de Valladolid, hasta que estuvo acabado el Panteón de los Trastámara en la Cartuja de Miraflores, a donde fueron trasladados sus restos, por orden de Isabel la Católica, los cuales descansan junto a su segunda esposa, Isabel de Portugal y su hijo el infante Alfonso de Castilla. El sepulcro donde reposan Juan II e Isabel de Portugal, fue realizado por Gil de Siloe, en alabastro.



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