Felipe IV , rey de España desde 1621 a 1665


    Hijo de Felipe III y de Margarita de Austria, nació en Valladolid el 8 de abril de 1605, fue el tercero de sus ocho hijos, y el primer varón. Fue llevado a la pila bautismal de la iglesia conventual de San Pablo de Valladolid, cuando tenía siete meses, en brazos del valido de su padre, el duque de Lerma. Era Felipe sensible e inteligente y escudaba su timidez tras una compostura ceremonial. Era buen deportista, gran jinete y tenía pasión por la caza; amante de los placeres y con una voluntad un tanto débil, estaba dotado con una notable cultura y aficionado a la música y al teatro. Su profunda religiosidad estuvo siempre en conflicto con su temperamento sensual. Las derrotas y desgracias agudizaron su sentimiento de culpabilidad, según se constata en su correspondencia con sor María Jesús de Ágreda, estaba convencido de que aquéllas eran, en buena parte, un castigo divino por sus pecados.

    Al igual que su padre durante su reinado contó con válidos, lo que no fue óbice para que en todo momento tuviera pleno conocimiento de la situación del Estado. A medida que se aproximaba el fin del reinado de Felipe III, las intrigas palaciegas se disputaban la confianza del futuro rey, el valido del rey, el duque de Lerma, luchaba por obtener el favor del monarca con el apoyo de su yerno, el conde de Lemos y de su primo, Fernando de Borja, gentil hombre de la cámara del príncipe, frente a sus dos hijos, el duque de Uceda y el conde de Saldaña. Olivares, que durante tanto tiempo había sido un personaje aislado en aquella casa, se había convertido en un estrecho aliado de los hijos contra su padre; también aprovechó el conde-duque la posición de su tío Baltasar de Zúñiga en el Consejo de Estado para mover los hilos de palacio.

    Su primer matrimonio tuvo lugar en 1615, a la edad de diez años con Isabel de Borbón, hija de Enrique IV de Francia, que contaba seis. De esta unión nacerá María Teresa, que casará con Luis XIV de Francia, y Baltasar Carlos, que murió joven. Tras la muerte de Isabel en 1644, contraerá matrimonio con su prima Mariana de Austria, con la que tendrá tres hijos: Margarita, que casará con Leopoldo I de Austria, Felipe, muerto prematuramente y Carlos II, heredero de la corona apodado el Hechizado. Tuvo varios hijos naturales, de los que sólo reconoció a don Juan José de Austria.

    Tras la muerte del rey Felipe III en 1621 el nuevo rey Felipe IV escogió al conde-duque de Olivares como valido, durante su etapa como válido hizo numerosos cambios, reformando la vida pública, fomentando la economía y mejorando la hacienda, en todo momento intentó imponer las leyes y costumbres castellanas para unir la monarquía en una comunidad nacional. Luchó contra la corrupción, encerrando al duque de Uceda y al de Osuna, confiscó los bienes del duque de Lerma y sometió a Rodrigo Calderón a un juicio en el cual se decretó su ejecución; al caer éste se encargó personalmente del gobierno, asistido por Luis Méndez de Haro, sobrino de Olivares y el duque de Medina de las Torres.

    Una novedad institucional fueron las Juntas, comisiones especializadas en distintas ramas de la actividad socioeconómica del país y teóricamente formadas por peritos en cada una de las materias que sustituyeron a los Consejos; hasta un total de diecisiete, estas Juntas se bautizaron con los siguientes nombres: Ejecución, Armada, Media Anata, Papel Sellado, Donativos, Almirantazgo, Sal, Minas, Presidios, Poblaciones, Competencias, Obras, Bosques, Limpieza, Aposentos, Millones y Reformación de las Costumbres. Se prohibió emigrar sin licencia real. En general las nuevas instituciones encontraron enfrente, la precaria economía y una incapaz clase administrativa.

    La Unión de Armas, pretendía formar un ejército de reserva común, mantenido proporcionalmente por todos los reinos de la monarquía, pero las arraigadas desconfianzas hacia Castilla se enconaron definitivamente y estallaron en enfrentamientos armados con fines secesionistas.

    Y llegamos así a las crisis de 1640, con tres frentes: el intento de secesión de Cataluña y la secesión de Portugal; las conspiraciones andaluza, aragonesa y los motines italianos; y por último, los motines vizcaínos, otra vez andaluces y la conspiración secesionista navarra. El levantamiento en Cataluña, comenzó con el Corpus de Sangre (Guerra de Els Segadors), en junio de 1640, aunque ya en 1631 hubo un primer motín en el País Vasco; el 1 de diciembre de 1640 se sublevó Portugal y a continuación la llevada a cabo en Sevilla encabezada por el duque de Medina Sidonia y el marqués de Ayamonte, en el verano de 1641. En Aragón en agosto de 1648 por el duque de Hijar, y otras en Navarra, Sicilia y Nápoles. Los catalanes se pusieron en contacto con Francia y pagaron un ejército de 3.000 franceses para luchar contra Castilla, Francia, con intereses antiguos en la zona, acabó implicándose en el enfrentamiento armado y en 1642 conquistó el Rosellón y entró en Monzón y en Lleida, siendo Luis XIII de Francia nombrado Conde de Barcelona. Las tropas de Felipe IV recuperaron las dos ciudades y el rey juró entonces respetar las constituciones catalanas. La guerra duró no obstante varios años más. La secesión portuguesa triunfó desde el primer momento, apoyada por Francia e Inglaterra, siendo declarado rey el duque de Braganza. En 1657 los portugueses entraron en España y amenazaron con tomar Badajoz. En 1659, por la Paz de los Pirineos, perdieron el apoyo de los franceses, pero siguieron contando con Inglaterra, con la que firmaron una alianza en 1661. En 1663 el hijo de Felipe IV, don Juan José de Austria, fue derrotado en Ameixial y, en 1665, una nueva derrota española, esta vez de las tropas mandadas por el marqués de Caracena, tuvo lugar en Villaviciosa. Finalmente, la independencia fue reconocida en 1688, tres años después de la muerte de Felipe IV.

    En cuanto a política exterior, la Tregua de los Doce Años firmada por Felipe III con Holanda finalizó al llegar Felipe IV, reanudándose la guerra, más por motivos económicos que de independencia. Los Consejos de Indias y Portugal presionaron al conde-duque para reanudar la guerra. Dos derrotas navales infligidas a los holandeses, una frente al cabo de San Vicente y otra en las costas americanas, así como las victorias obtenidas por los tercios de Ambrosio Spínola en los Países Bajos, dieron ventaja en el conflicto a Felipe IV. En 1622 el ejército imperial venció en Fleurus y Juliers, Breda fue tomada en 1625, y el control de la Valtelina se obtuvo en 1626. Ese mismo año, Inglaterra envió una expedición a Cádiz, abriéndose con ello el nuevo frente inglés, que se prolongó hasta 1629. En 1631 el ejército sueco venció en Leipzig al flamenco Tilly, que, a las órdenes de Felipe IV, cinco años antes había derrotado a Cristian IV de Dinamarca en Lotter; una contraofensiva en Nördlingen de los tercios españoles al mando del cardenal-infante don Fernando venció a su vez a los suecos, con cuya victoria España obtuvo a través del territorio alemán una salida al Báltico. Pero entonces intervino Francia y el conflicto se convierte en un duelo entre las dos potencias, ya inmersas en la Guerra de los Treinta Años, En 1636 don Fernando invadió Francia y obtuvo una importante victoria en La Corbie, muy cerca de París, pero las dificultades de abastecimiento y el peligro de perder Breda impusieron al final la retirada de sus tropas a sus posiciones anteriores. En 1637, en un nuevo vuelco de la situación, los holandeses recuperaron Breda. En 1639 comenzaron una serie de envites contra España, los holandeses vencieron en la batalla naval de Las Dunas; en 1640 murió el cardenal-infante; y en 1643 se produjo la derrota de la infantería española en Rocroi, el más duro golpe sufrido hasta ese momento por los tercios españoles. La última gran batalla tuvo lugar en 1647 en Lens, donde volvieron a ser derrotados los españoles. A partir de aquel momento, y con la firma de los tratados de Münster y Osnabrück (Paz de Westfalia, 1648), el imperio de los Habsburgo y su deseo de hegemonía europea bajo el manto de la cristiandad católica se hundieron para dar paso a un conjunto de estados, nacionales libres y soberanas, al reconocer Felipe IV la independencia de Holanda. La guerra con Francia, no obstante, se prolongaría todavía once años más.

    El año 1643 fue también el año del final de la carrera política de Olivares, que murió al poco abrumado por su fracaso. Felipe IV pasó el poder a manos del sobrino del conde-duque, Luis de Haro. El nuevo valido era discreto en su actividad, conformándose con buscar una paz honrosa. La posibilidad de vencer a Francia no había sido abandonada por el rey. A partir de 1650, los españoles recuperaron Barcelona y poco después, en 1652, el resto de Cataluña, excepto el Rosellón, en 1654, la victoria obtenida frente a Francia en Valenciennes obligó a los franceses a negociar la paz. Luis de Haro, cometiendo un error inexplicable, rechazó la oferta de negociación cuando los españoles estaban en condiciones de ventaja, y la guerra continuó. La suerte cambió de bando en 1658, al vencer los franceses en la batalla de las Dunas, colocando a Luis XIV en la posición que no supieron aprovechar los españoles cuatro años antes para firmar la Paz de los Pirineos en 1659. La monarquía española perdió definitivamente el Rosellón y Cerdeña, tuvo que entregar a los franceses el Artois y el Franco Condado y que aceptar la sanción de importantes privilegios comerciales en beneficio de la Francia de Mazarino. En el paquete de medidas se incluyó también el acuerdo de matrimonio entre la infanta María Teresa y Luis XIV. En 1661 murió Luis de Haro, quedando a su muerte el rey en manos de sor María Jesús de Ágreda y otros oscuros consejeros. Los cuatro años que todavía vivió el monarca fueron de amargura por la derrota de la monarquía y de inquietud ante la problemática sucesión que se avecinaba: un rey con pocos visos de sobrevivir mucho tiempo, Carlos II, con cuatro años de edad a la muerte de Felipe IV, y una regente extranjera, Mariana de Austria. El más valioso legado de Felipe IV, fue el innegable ascenso del pensamiento, las artes y las letras, que convirtieron el periodo del Rey Planeta -en expresión muy del gusto grandilocuente barroco- en una brillante continuación del mítico Siglo de Oro español. La obra de Calderón, Lope de Vega, Quevedo o Góngora, asiduos a la corte, alcanzara la máxima difusión e influencia dentro y fuera del país.

    A principios del mes de septiembre de 1665, el rey comenzó a sentirse mal, deponiendo heces sanguinolentas, lo que induce a pensar que cayó enfermo de disentería, de resultas de la cual falleció el 17 del mismo mes, no sin antes padecer notablemente a causa de la enfermedad. Fue enterrado en la Cripta Real del Monasterio de El Escorial, tal como él mismo había dispuesto en su testamento.

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